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Panoramas del 68. Un mundo en transición

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La década de los sesenta se presenta como un panorama interesante para todo aquel que desee mirar al pasado y repasar cómo fue vivir en un mundo en plena transición; desde el aspecto social, político, artístico, cultural, y por supuesto, ideológico.

Los acontecimientos que tuvieron lugar en aquellos años generaron impacto alrededor del mundo, estableciendo una nueva realidad. Es por eso que antes de reflexionar en el campo del cine y las artes no podemos dejar fuera la efervescencia del contexto. Hoy, a cincuenta años de 1968, los movimientos que inauguraron la segunda mitad del siglo XX, aún tienen eco en el pensamiento de la sociedad y son prueba de que es necesario entender el pasado para trazar una mejor ruta hacia el porvenir.  El 68 es, sobretodo, un año histórico.

La semilla ideológica en Europa y Estados Unidos

Desde 1947 la Guerra Fría produjo varios enfrentamientos entre las fuerzas del Bloque Occidental y el Bloque del Este, mismos que terminaron casi a finales del siglo, en 1991. Como botón de muestra de este conflicto se vivía la Guerra de Vietnam, que se extendió desde 1959 hasta 1975 y se convirtió en el primer enfrentamiento bélico en ser televisado. Mientras tanto, en el viejo continente algunos países sumaron esfuerzos para restablecer sus economías y sentaron las bases de lo que actualmente es la Unión Europea.

Por otro lado, tras la Segunda Guerra Mundial, durante los años cincuenta se desarrolló un periodo de abundancia y consumo gracias al boom capitalista provocado por el importante aumento en las fuerzas productivas que fueron necesarias para la reconstrucción de las estructuras económicas e industriales. Además, las grandes inversiones prepararon un terreno fértil en el que la clase obrera creció y se fortaleció, gestando la posibilidad de empoderarse y asumir un rol social determinante más allá de aportar fuerza de trabajo. Lo anterior se consolidó como un factor clave de las movilizaciones masivas en los 60, puesto que a pesar del bienestar económico surgió un malestar que la sociedad expresó en la exigencia de respeto en materia de derechos civiles y de expresión, así como un mayor rigor respecto a su participación democrática en la vida pública.

Al llegar a la mitad del siglo XX los cambios de la vida moderna en sociedad despertaron el interés de filósofos y sociólogos como los franceses Henri Lefebvre y Guy Debord, quienes plantearon ideas sobre una sociedad equitativa, más justa e incluyente. Por su parte, Lefebvre habló sobre las diferencias entre la vida productiva y la privada, señalando que esta última carecía de ideales y era reducida al conformismo, puesto que en la cotidianidad las tareas laborales que sirven a la producción eran las más apremiadas con tiempo y esfuerzo. En 1957 Guy Debord fundó la Internacional Situacionista, un movimiento conformado por artistas e intelectuales que propusieron la discusión de pensamientos respecto al marco imperativo del capitalismo y el consumismo, y su condicionamiento en las relaciones humanas a través de un monótono ciclo: transportarse, trabajar, dormir.

Un aspecto de suma importancia que caracterizó a dichas ideas fue que éstas no buscaron postularse únicamente como críticas teóricas sino como ideales que detonaran una revolución y sacudieran el orden capitalista. Al respecto, una obra fundamental es La sociedad del espectáculo, publicada por Debord en 1967, misma que reunía las ideas  que más tarde tuvieron gran repercusión en los movimientos masivos, en especial de los eventos ocurridos en el año 1968.

Algunos movimientos de mitad de siglo

Poco a poco el malestar social comenzó a crecer en distintos puntos del planeta, y no tardó mucho en propagarse y organizarse. Así, la lucha por los derechos civiles adquirió un carácter global al igual que los múltiples movimientos, entre ellos, el movimiento por la igualdad de derechos civiles para los afrodescendientes, el hippismo, el feminismo, el espiritualismo, el ecologista, el movimiento universitario, la liberación LGBT, etc.

Así también, comenzó un periodo en el que la diversidad de acontecimientos de lucha social redefinió el concepto de juventud. No obstante, al mencionar este aspecto resulta conveniente rememorar que uno de los impactos tras la Segunda Guerra Mundial, fue el surgimiento de una cultura juvenil que formuló un rechazo hacia los modos de vida de las personas mayores, regidas por valores y esquemas universales de la entonces sociedad moderna. Más adelante, en los sesentas, los movimientos juveniles concretaron aquel desacuerdo con los designios de la autoridad. Pero al plantear explicaciones sobre dicha conducta, la cuestión se problematizó al preguntar ¿Por qué la actitud y actuación de los jóvenes adquirió un carácter universal, en especial en esta época de la historia?. Entonces se empezó a hablar de grupos que comparten experiencias e ideales que se definen como únicos, es decir, una generación histórica y política. También algunos teóricos se refirieron a la juventud como una nueva clase y vanguardia del cambio social. Las formas de aproximación ante la situación comenzaron a variar y a considerar la multiplicidad de aspectos que conformaron la identidad de los jóvenes.

Ya en los primeros momentos de los sesenta el ímpetu juvenil protagonizó las movilizaciones y animó a participar a sectores minoritarios de la población que hasta entonces no ocupaban un papel relevante en el curso político. Un ejemplo es el hippismo, un grupo contracultural que emergió en Estado Unidos y que manifestó el rechazo juvenil hacia las comodidades del mundo burgués. De modo que el apego a lo material fue sustituído por conductas pacifistas, además de un contacto cercano con la naturaleza.

También en Norteamérica, el reclutamiento obligatorio, como consecuencia de las dificultades en la Guerra de Vietnam, produjo una protesta pacífica en Oakland el 16 de octubre de 1965. A la cabeza de la marcha se encontraba Allen Ginsberg, conocido como el poeta beat, quien poco después escribió el ensayo How to make a March/Spectacle, un texto en el que por primera vez se habló sobre el uso de flores como estrategia en manifestaciones pacíficas ante la tensión que entonces producían la policía y un grupo a favor del conflicto en Vietnam, conocido como Hell Angels. En noviembre de 1965, casi 10 mil personas acudieron a una marcha por la paz en la que se pusieron en práctica las acciones propuestas por Ginsberg; las flores y los colores lo invadieron todo, el ícono del arcoiris se plasmó en vestimentas y carteles. Finalmente, en 1967 se empleó por vez primera el concepto de flower power, en el marco del Flower Power Daym, una marcha organizada por Abbie Hoffman. Este movimiento relacionado directamente con el hippismo, también se manifestó artísticamente: las expresiones gráficas tuvieron un papel protagónico con las obras psicodélicas de Milton Glaser, Heinz Edelman, Peter Max, entre otros. En el aspecto cinematográfico, la psicodelia en auge, tuvo cabida en el festival de cine, Trips Festival en 1966.

Por otro lado, la implantación de nuevos valores sociales y el deslinde de tradicionalismos en torno a temas de sexualidad devino en la llamada revolución sexual, en la que, por ejemplo, surgieron las píldoras anticonceptivas y no muy lejos de estas reformas ideológicas, el movimiento feminista comenzó a tomar fuerza en 1966 con el surgimiento de la National Organization for Women (NOW), que planteó la situación de las mujeres como una desigualdad, no como explotación y opresión.

De igual manera, aunque un poco más tarde, en el último año de la década se sumó un movimiento más: el LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales). A partir de los hechos ocurridos el 28 de junio de 1969, en el Bar Stonewall Inn, en Nueva York, donde los asistentes, en su mayoría homosexuales, enfrentaron a la policía y comenzaron la lucha por la equidad de derechos y el reconocimiento de la diversidad sexual. La noticia contrastó con las experiencia opresivas de años anteriores, cuando cualquier conducta homosexual era señalada como ilícita, por ello no tomó mucho tiempo en que las protestas tuvieran eco en otros lugares.

Si bien cada uno de los movimientos fueron abanderados por los ideales de libertad y justicia respecto a sus intereses particulares, muchos compartían una meta en común: no reformular las políticas que habían regido la vida social hasta ese momento, si no conformar por completo una nueva realidad.

Movimientos estudiantiles y obreros

En la década de las revoluciones sociales la población estudiantil y obrera destacó por su participación y los logros obtenidos tras sus protestas, que si bien fueron reprimidas en numerosas ocasiones, consiguieron sacudir los esquemas de poder. Desde influir en la conducta gestionada en los núcleos familiares, hasta alcanzar otras estructuras institucionales para cuestionar los valores socialmente aceptados y hacer de cada forma de expresión un acto político.

Estados Unidos: Free Speech Movement y el descontento con la Guerra de Vietnam (1964)

En Estados Unidos las movilizaciones respondieron a la diversidad de malestares padecidos por la sociedad norteamericana. Uno de ellos fue la violencia y discriminación que sufrió la población afroamericana, y sobre la que figuras como Malcom X y Martin Luther King Jr., pronunciaron su deseo de una sociedad justa, sin racismo. Si bien, ambos personajes defendían los derechos civiles de la comunidad negra, no lo hicieron desde el mismo ángulo. Por una parte, Luther King Jr. obraba desde una actitud de diálogo y pacifismo que tuvo como fecha clave 1963, cuando presentó su más célebre discurso conocido I have a dream y un año después obtuvo el Premio Nobel de la Paz. En tanto, Malcom X, se inclinó por un discurso en el que directamente condenaba la violencia contra los afroamericanos y se manifestaba  a favor de la defensa por la misma vía de agresión. Sin embargo, aunque el ideal de justicia unía a las dos posturas, ambos líderes murieron asesinados, Malcom X en 1965 y Luther King tres años después.

Por otra parte, en 1964 en la Universidad de Berkeley (California), comenzó el denominado Free Speech Movement, que tuvo como propósito defender la libertad de expresión respecto a temas de política. Sin embargo, a pesar de que las manifestaciones se desarrollaron de manera pacífica, las fuerzas del Estado reaccionaron de forma represiva al grado de detener a casi mil manifestantes.

Ya en ese año también se encontraba abierto el debate sobre las desventajas de la Guerra de Vietnam, a la que se había ingresado con gran optimismo nacionalista al considerar el auge tecnológico y militar que Norteamérica vivió en la época. El General Maxwell D. Taylor, que estuvo al cargo de las primeras operaciones al comenzar las tensiones entre Vietnam del Sur y Vietnam del Norte, se refirió al plantear la estrategia de Las tres M: men , money, material. Pero el curso del enfrentamiento también involucró otros factores decisivos que el arsenal estadounidense no podía vencer fácilmente, puesto que las tropas se encontraban en terrenos desconocidos y difíciles de transitar, además, la población local apoyaba a la oposición vietnamita.

La opinión pública estadounidense también se expresó en contra, pues para entonces ya se habían sufrido bastantes pérdidas humanas y económicas. En 1967, los participantes de una manifestación en Washington mostraron su desacuerdo a través de un acto simbólico al quemar sus cartillas de reclutamiento. Las marchas fueron protagonizadas especialmente por los sectores más afectados, es decir, afroamericanos  y jóvenes de clase baja.

Checoslovaquia: Primavera de Praga

Mientras Estados Unidos invadía Vietnam, Checoslovaquia atravesaba un período de liberalización política durante la Guerra Fría, que se prolongó desde el 5 de enero hasta el 20 de agosto de 1968, cuando el país fue invadido por la URSS.

El proceso histórico conocido como Primavera de Praga involucró principalmente a obreros, intelectuales y estudiantes, que reclamaron una gestión más justa respecto a las libertades de expresión, la creación de partidos políticos y los permisos de huelga para los trabajadores, entre otras cosas.

Fue el Jefe de Gobierno, Alexander Dubcek, quien propuso un plan de legislación de reformas democráticas, bajo el lema de humanizar el socialismo. Entre las ideas que sustentó este plan, se hacía referencia a la posibilidad de una economía mixta en la que tanto sectores privados como públicos recibieran el apoyo correspondiente. La Primavera concluyó en agosto de 1968, cuando fuerzas armadas del Pacto de Varsovia ingresaron al país para desarticular el movimiento. Ante esta intervención, los habitantes respondieron de una forma muy peculiar, pues optaron por una resistencia pacífica frente a las numerosas tropas.

Tras el ingreso del ejército y la salida de Dubcek, Checoslovaquia tuvo que adaptarse nuevamente a las imposiciones soviéticas, en consecuencia una gran cantidad de personas emigraron del país, hasta contar casi medio millón en  la década de los setentas. Además, el desenlace de los hechos, sirvió de ejemplo para que otros países occidentales tomaran distancia de las ideas y políticas de la URSS.

Italia, Inglaterra e Irlanda del Norte

Italia no escapó de la fiebre revolucionaria que se extendía sobre el mundo en los 60; y a finales de la década, estudiantes turineses tomaron su universidad. Un año después, estalló el llamado Otoño caliente: El periodo histórico con mayor actividad huelguista  que se desató a partir de la expiración de contratos y el desacuerdo sindical respecto a los sueldos.

Hacia el norte, en Inglaterra las huelgas alcanzaron el pico más alto del registro histórico, pues tan solo en el periodo de 1968 a 1974 se detonaron 2846 huelgas, lo que se tradujo en un momento de inflexión imprescindible para las principales industrias de Gran Bretaña. Así mismo, durante el 68, en Irlanda del Norte aumentaron los movimientos que exigieron rigor en el respeto a los derechos civiles.

Mayo francés

De todos los movimientos europeos encabezados por la comunidad estudiantil y obrera, aquel que más fuerza tomó fue el suscitado en Francia en 1968 y que dió nombre al periodo denominado como Mayo Francés. En los últimos años de la década, las noticias sobre los eventos internacionales eran comentados en Francia, como el caso de los
atentados contra estudiantes alemanes, específicamente el ataque al líder estudiantil Rudi Dutschke, quien resultó gravemente herido por un joven de ultraderecha.

En 1966 la Unión Federal de Estudiantes de Francia (UNEF) publicó un folleto con el título De la miseria en el medio estudiantil; el escrito expresó su empatía con las ideas planteadas anteriormente por la Internacional Situacionista, sumándose a la crítica de la vida moderna y poniendo de manifiesto el antagonismo entre el estudiante revolucionario y la universidad burguesa. También hizo referencia a ciertos eventos revolucionarios como el de Berkeley en 1964 , además de dirigirse a la clase obrera desde las mismas teorías situacionistas.

Las primeras manifestaciones por parte de estudiantes comenzaron en 1967 al denunciar el autoritarismo que regía a las instituciones educativas. Casi un año después, en la ciudad de Nantes, un pequeño grupo conocido como Los rabiosos, reaccionó indignado por el ingresó de la policía a la universidad. Al poco tiempo la captura de seis estudiantes motivó la conformación de una asamblea para determinar una postura, los objetivos de la lucha y el deseo de un nuevo orden; fue así como surgió el Movimiento 22 de marzo. La organización contó con líderes como Daniel Cohn Bendit, un estudiante que ya había experimentado las consecuencias de las protestas en Alemania y ahora   participaba como orador en las asambleas y en las tomas universitarias. De esta manera, Bendit ayudó a reforzar la ideología que nutrió a los jóvenes rebeldes.

Luego de la realización de un mitin en la Universidad de París (La Sorbona), los grupos antiimperialistas fueron confrontados por fascistas, donde inmediatamente intervino la policía y los estudiantes desalojaron el recinto. De nueva cuenta, la molestia incrementó al ver que decenas de estudiantes habían sido detenidos, por lo que comenzó un enfrentamiento en el llamado Barrio Latino. Uno de los aspectos más relevantes de este acontecimiento fue que en medio de un ambiente caótico y de destrozos, los estudiantes que combatían en las calles recibieron el apoyo de universitarios provenientes de otras zonas parisinas, así como de obreros y personas desempleadas.

Los vecinos también mostraron su simpatía hacia los jóvenes cuando las primeras barricadas ocuparon las calles el 6 de mayo después de que unos manifestantes recibieron condenas penales. El 13 de mayo cerca de un millón de trabajadores marcharon junto a los estudiantes expresando su indignación respecto a la represión y exigiendo la renuncia del entonces presidente Charles De Gaulle. El 14 de mayo la policía abandonó La Sorbona y los estudiantes ocuparon el campus; en breve comenzaron rondas de discusión pero con la participaron de los obreros. Ese mismo día un grupo de trabajadores emprendió una huelga en la fábrica de aviación de Nantes expandiendo el movimiento que comenzó en las aulas, a las fábricas. Una semana después el número de huelguistas incrementó a seis millones  y se concretó la unión entre trabajadores y estudiantes.

Tras casi dos semanas de huelgas el Estado y las burocracias sindicales buscaron iniciar las negociaciones pertinentes para reanudar los trabajos en los sectores industriales; sin embargo no hubo un común acuerdo. Mientras tanto, De Gaulle sentenció al emitir dos opciones: nuevas elecciones o la represión. Finalmente, en junio empezaron los tratos con cada sector industrial, poniendo en discusión sus requerimientos particulares. Posteriormente existieron otros intentos para tomar las fábricas, pero los movimientos fueron disueltos durante la segunda semana del mes.
Al llegar a la mitad de 1968 los acontecimientos del Mayo Francés cimbraron un cambio contundente en los ciudadanos, donde a través de la desestabilización de los modelos de producción y el cuestionamiento del consumismo, se logró romper con el esquema capitalista al que la Internacional Situacionista criticó. Se abrieron espacios de diálogo y el espíritu revolucionario unió a distintos sectores de la población en un mismo acto: recuperar los ideales de una sociedad justa y actuar en libertad.

¿Y las artes?

La efervescencia social también se manifestó en el campo de las artes a través de ciertos booms y vanguardias que respondieron a los cambios ideológicos en la sociedad moderna. La vida cultural en los sesenta fue intensa puesto que existió una gran actividad por parte de los artistas y los espectadores. La gente estaba interesada en las nuevas propuestas que mostraron congruencia con ciertas ideas revolucionarias y  gracias a eso, diversos movimientos culturales encontraron un espacio para sumarse al cuestionamiento de los valores y modos de vida anteriormente establecidos. Por consiguiente, en algunas partes del mundo se experimentó un intercambio cultural nunca antes visto en el que, entre otras cosas, surgieron propuestas amateur en distintas áreas artísticas y tanto los escenarios tradicionales como los teatros consagrados y museos, y aquellos denominados espacios underground, conformaron un nuevo panorama en conjunto.

Pop Art

Entre los ejemplos de vanguardias más destacadas, se encuentra el surgimiento del Pop Art, que en Estados Unidos tuvo su principal referente en la obra gráfica del artista plástico Andy Warhol. Se caracterizó por emplear objetos de consumo, así como íconos y personajes popularmente conocidos, para intervenirlos y reubicarlos ya no solo como elementos de la vida cotidiana, sino como piezas de arte. Por otro lado, también emergió el denominado Op art, que se enfocó en diseñar piezas de ilusión óptica mediante el uso de colores, formas geométricas y el manejo de ángulos de perspectiva . Así mismo, en los movimientos del video arte, el minimalismo, el realismo y algunas propuestas de teatro independientes, denominadas como “teatro de provocación”, vivieron una etapa de importante crecimiento.

Graffiti

Una de las formas de presentación de las ideas revolucionarias, quizá con más presencia en los movimientos del Mayo Francés, fueron los graffitis: Frases escritas en las paredes de los espacios públicos que en algunos casos resignificaron el sentido con el que la arquitectura social, afirmaba el orden capitalista prevaleciente. Por ejemplo, en las de paredes de los bancos, se leía la palabra ¡Roben!. Sin embargo, principalmente los mensajes eran reflexiones sobre lo que acontece, por ejemplo citas de poetas o incluso, se escribían normas de conducta o indicaciones para los compañeros del movimiento.

Música

Por su parte, la escena musical fue imprescindible, pues se asoció completamente con los ideales con los que a la juventud de la época se identificó. Uno de los puntos que resultan más interesantes respecto a la importancia de la expresión musical en este periodo, es sin duda la multiplicidad de formas performativas que comenzaron a popularizarse, no solo respecto al uso de estupefacientes, también en el énfasis de emplear canciones como herramienta de protesta o un vínculo generacional. El hecho más ejemplar fue el festival musical celebrado en Woodstock, en 1969. Casi 200 mil personas asistieron al evento, en el que los músicos eran en su mayoría exponentes del rock, género que en ese momento se encontraba en apogeo, al igual que la tendencia de fusionar otros ritmos que en la actualidad siguen siendo influyentes.

Vanguardias cinematográficas

A mitad de siglo, el desarrollo del cine europeo se relaciono directamente con la crisis que vivió Hollywood como consecuencia del auge del televisor, e influyó en la estética y las inclinaciones temáticas abordadas desde la realización cinematográfica de la época. Para el cine comenzó un nuevo episodio en el que predominó la libertad creativa y el desapego a la industria establecida. Tal es el caso de la Nouvelle Vague, una corriente fílmica que se concretó en Francia a finales de los cincuenta, a partir de los textos y críticas realizadas en la revista especializada Cahiers du Cinéma. Entre las postulaciones principales que se acuñaron a la actividad por parte de la Nueva Ola, se alude a cierta libertad técnica en las producciones, los puntos señalados fueron llevados a la práctica por realizadores como Jean-Luc Godard, Éric Rohmer, Jacques Rivette, Claude Chabrol, entre otros. Otro dato interesante que data de este movimiento, es que
desde 1959, el Festival de Cannes, por primera vez  llevó a cabo la premiación de películas en el marco del festival, otorgando reconocimientos a Les 400 coups (1959), de François Truffaut y a Orfeu negro (1959), de Marcel Camus.

En 1968, rumbo a la edición número veintiuno del Festival de Cannes, el ánimo revolucionario había alcanzado a la organización del evento, por lo que el 17 de mayo se reunió la Asamblea de Información y de Acción del Cine Francés, para discutir sobre la postura del festival frente a los hechos que ocurrían en el país. Por una parte, un contingente de cineastas entre los que destacaron Polanski, Louis Malle, Claude Berri, Albicocco, Godard y Truffaut, se pronunciaron en favor de la solidarización con los movimientos estudiantiles y obreros, de forma que propusieron la cancelación de proyecciones, mientras que desde otra perspectiva, se habló de defender las actividades de programa y seguir con la realización del festival. Así, tras algunas rondas de discusión, el 18 de mayo se anunció oficialmente el cierre de aquella edición y en un breve comunicado se leyó:

Las circunstancias no permiten asegurar las proyecciones en condiciones normales, el Consejo de administración del Festival Internacional de Films decide parar el festival y se disculpa por esta situación ante los participantes extranjeros. El consejo decide con unanimidad declarar cerrado el 21 Festival Internacional de Films, este domingo 18 de mayo a las 10:00 horas.

También en territorio europeo, destacó el ejemplo del Free Cinema, una corriente británica que surgió en la transición de década a raíz de la labor de críticos y cineastas, con el afán de abordar los temas que hasta entonces no habían merecido el interés de la industria, tal como las denuncias sociales y políticas. Algunos de los nombres que se distinguieron bajo esta forma de hacer cine fueron Tony Richardson, Richard Lester, Karel Reisz, Lindsay Anderson, Joseph Losey.

Como ejemplo de esta corriente se encuentra Look back in anger (1959), dirigida por Tony Richardson. En la película, Jimmy Porter es el personaje protagónico de la historia,  un hombre preparado con educación universitaria, sin embargo, no logra conseguir un trabajo mejor que como vendedor de dulces, por lo que muestra su decepción por la sociedad en la que vive. Por otro lado, Saturday night and sunday morning (1960), de Karel Reisz, narra la vida de Arthur Seaton, un joven que decide cambiar la monotonía con la que vivía, para convertirse en un rebelde que solo se propone ser libre, hasta que conoce a dos mujeres que cambiaran sus días.

En 1963 Lindsay Anderson termina de filmar This sporting life, una ficción en la que Frank Machin, un famoso jugador de rugby, deja atrás su actitud arrogante tras relacionarse con una mujer viuda. Casi a mitad de la década se estrenó A hard day´s night (1964), del realizador Richard Lester, quien propuso el primer relato cinematográfico con la participación de The Beatles. En la historia, la banda actuaba desobediente frente a sus responsabilidades como exponentes principales de la música popular inglesa.

Algunos ejemplos de la revolución social en el cine.

En 1962, el director norteamericano Orson Welles, dirigió The Trial, un filme basado en la obra del escritor Franz Kafka. La película narra el caso de Joseph K, un hombre que ha sido detenido por la policía al ser declarado culpable sin saber qué delito cometió y pese a los esfuerzos realizados para entender su propia situación y despejar cualquier duda, no consigue defenderse de la burocracia que reina en los organismos de justicia. Dos años después, el francés Jean-Luc Godard realizó Bande à part (1964), un largometraje que relata los eventos acontecidos tras el encuentro de Odile, Arthur y Franz, trés jóvenes que planean el robo a una casa. En la historia, el montaje resulta un tanto experimental y acierta al resaltar algunos aspectos visuales respecto a la presentación de relaciones cotidianas.

Fahrenheit 451 (1966), de François Truffaut aborda el tema de la represión a través de la historia de Guy Montag, un bombero al que le es asignada la tarea de quemar y destruir libros prohibidos por el gobierno, pero en el proceso conoce a otro personaje que le hace cuestionar el propósito de su misión, por lo que cambia de opinión al respecto. Finalmente Z (1969), de Costa-Gavras, destacó en aquel entonces por haber obtenido dos Premios Óscar, uno como Mejor película de habla no inglesa y el otro por Mejor edición. La ficción narra los actos de violencia ejecutados por un régimen derechista en contra de manifestantes que organizan reuniones pacifistas. Tras la muerte de uno de ellos, comienza un minuciosa investigación del caso y se descubren algunos secretos que encubre el gobierno.

Expansión de la revolución a América Latina

Mientras tanto, del otro lado del mundo en América Latina, la década histórica de los sesenta también traía fuertes cambios para las sociedades latinas. Quizá uno de los principales referentes revolucionarios de la región fue Cuba, en donde habían demostrado las posibilidades de los movimientos subversivos. Sin embargo, distintas naciones ya enfrentaban sus propios retos, como en el caso de Perú y el golpe de Estado que vivió en 1962. También el de Brasil y Bolivia en 1964, o el golpe argentino en 1966. Así, cuando en Europa y Estados Unidos comenzaron las protestas y los actos revolucionarios, también de este lado ya se manifestaban los primeros indicios de lo que se aproximaba.

Continuará…