Estamos hechos para el sueño, no tenemos órganos para la vida

(Apuntes sobre la actuación en el cine para jóvenes poetas)

Este texto es, ante todo, un homenaje a los actores. Surge de la necesidad de poner en orden ciertas ideas que he intuido, leído o escuchado a lo largo de varios años de trabajar como actor. No hay en estas páginas la intención de producir una teoría sobre la actuación, nada más lejos de mis deseos y de mis posibilidades. El fin es más modesto: organizar lo pensado y compartirlo, pensar la actuación y sus implicaciones.

En pocos ámbitos he sentido la confusión que impera en las escuelas de actuación: una mezcla insalubre de esoterismo, vanidad, sumisión y malos entendidos. A pocas carreras los alumnos llegamos con ideas tan vagas sobre lo que vamos a aprender y lo que creemos que queremos hacer.

Lo vuelvo a intentar: me hubiera gustado leer este texto cuando empecé a actuar. Entonces, estas palabras están dirigidas a Gabino Rodríguez cuando tenía 17 años, allá por el año 2000. Fue en aquel tiempo en el que decidí que me iba a dedicar a la actuación. Como era de esperarse, no sabía muy bien lo que hacía, ni tenía claro qué significaba actuar; ni siquiera sabía bien a bien qué hacía un actor, además de actuar, por supuesto. Pero había una intuición, un irresistible llamado a ser mirado, ganas irrefrenables de expresar algo que no sabía expresar en la vida, pero que, intuía, podía hacerlo frente a una cámara, es decir, frente a los ojos de alguien más. Estas ideas, me imagino, me ayudarán a afrontar con un poco más de claridad los años por venir.

Gabino Rodríguez


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