El cine mexicano arribó a la década de los noventa con los sexenios de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, en los que se vivió una nueva crisis económica provocada por el llamado “Error de diciembre”, crisis que hundió al país y por consiguiente a una industria cinematográfica ya desmantelada y abocada a la realización de cortometrajes debido a la dificultad de producir largometrajes.
Aunado a esto, otro golpe vino el 29 de diciembre de 1992 cuando se publicó la nueva Ley Cinematográfica, en la cual, entre otras cosas, se atribuía a la secretaría de Educación Pública, a través del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), y a su vez al IMCINE como los nuevos responsables del fomento y estímulo de la producción y de un cine de calidad, pero también estableció disminuir el porcentaje de películas nacionales en salas cinematográficas, sepultando la posibilidad de otorgar el 50% de las pantallas.
Estas nuevas medidas, aunadas a la crisis económica, terminaron de afectar severamente todos los sectores, provocando alzas en los costos de producción, llevándola a niveles comparados con el periodo mudo. Ese mismo año se produjeron sólo 56 películas, en 1995 alrededor de 15, y en 1996 se realizaron únicamente 16 producciones. Una cifra alarmante si se compara con 1989, cuando se produjeron 102 películas.
Como respuesta se crearon nuevos fideicomisos como el Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (Foprocine) en 1997 y el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine). Sin embargo estas respuestas fueron insuficientes y tardías.
Con la producción limitada y la exhibición sin respaldo gubernamental, las pantallas fueron acaparadas por las películas estadounidenses, y con ello el 92.3% de los espectadores durante el año de 1995. En promedio 150 mil espectadores se congregaban para un filme estadounidense contra 50 mil para una película mexicana en 1997. Al mismo tiempo, el número de pantallas pasó de 1,913 en 1990 a 1,434 en 1994 y sólo cinco de cada cien mexicanos asistieron al cine en 1996.
A pesar de este complejo panorama, surgieron nuevos e importantes cineastas contemporáneos como Carlos Carrera, quien debutó en 1990 con el largometraje La mujer de Benjamín (1991), protagonizada por Eduardo López Rojas y Arcelia Ramírez. Este filme narra la vida de Benjamín, quien secuestra a la joven de la que se enamoró con la esperanza de ser correspondido algún día. El año siguiente, Carrera presentó La vida conyugal (1992) y más tarde, con el cortometraje El Héroe (1993) obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Esta obra animada presenta una crítica social que aborda la falta de empatía en las grandes ciudades: un héroe criminalizado por hacer el bien. Posteriormente, Carlos Carrera presentó la taquillera El crimen del padre Amaro (2001), basada en la novela de José María de Eça de Queirós.
La comedia Sólo con tu pareja (1990), ópera prima de Alfonso Cuarón, mezcló el erotismo, humor negro y la problemática del SIDA a través del personaje de Tomás (Daniel Giménez Cacho) quien, al ser parte de la venganza de una vieja conquista, recibe su prueba de VIH alterada. Tomás busca terminar con su vida, sin embargo se enamora de Clarisa, una mujer que quiere ponerle también fin a su vida. Este filme desplegó una nueva era de tópicos, y posteriormente hizo a su director tener acceso al cine de Hollywood y regresar a su país con la exitosa Y tu mamá también (2000).
Uno de los primeros acercamientos de la industria mexicana con Hollywood se dio con el largometraje Como agua para chocolate (Alfonso Arau, 1992), basada en la novela de Laura Esquivel, y situada en la época revolucionaria con elementos emblemáticos de la cocina mexicana. En la película conocemos a la hija menor, Tita, que se ve forzada a dejar todo, incluyendo a su gran amor para dedicarse al cuidado de su madre. Sin embargo este amor seguirá creciendo con el paso de los años. La película le permitió al director filmar más adelante en Estados Unidos, A Walk in the Clouds (1995) y Picking up the Pieces (1999).
El callejón de los milagros (1994), basada en el argumento del novelista egipcio Naguib Mafhuz, fue la nueva producción de Jorge Fons. La película, estelarizada por Ernesto Gómez Cruz, María Rojo y Salma Hayek, presenta una serie de historias que se entrelazan a lo largo del filme pero partiendo del mismo escenario. Los anhelos de sus personajes se ven enfrentados a la realidad social de la que son parte. El filme ganó el Premio Goya a Mejor Película Extranjera en lengua española.
Por otra parte, inspirado en el cine de terror, la novela gótica y las historias de vampiros, y después de haber participado en series de televisión, el reconocido director Guillermo del Toro debutó con la película Cronos (1991), una singular historia de un artefacto que alberga un insecto capaz de otorgar la juventud eterna. La película recibió el reconocimiento en la Semana de la Crítica en Cannes, y Del Toro se trasladó a Estados Unidos para producir y dirigir historias relacionadas con la ciencia ficción y la fantasía, además de coproducciones hispano-mexicanas como El espinazo del diablo (2002) y El laberinto del fauno (2005).
Antes de finalizar la década, otros filmes relevantes fueron ¿Quién diablos es Juliette? (1997), dirigida por Carlos Marcovich, Cilantro y perejil (1996) de Rafael Montero y Sexo, pudor y lágrimas (1999), dirigida por Antonio Serrano, que en su momento ocupó el título de la película más taquillera de México.
El final del siglo transitó hacia la democracia con el fin del partido hegemónico, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó la presidencia de la República desde 1929. A partir del primero de diciembre del 2000, un nuevo gobierno, encabezado por Vicente Fox Quesada del Partido Acción Nacional (PAN), inició una nueva era. El contexto político se vio reflejado en películas relevantes como Todo el poder (1999, Fernando Sariñana), y sobre todo en la exitosa La ley de Herodes (1998), de Luis Estrada, ficción situada en la década de los 50 cuando el alcalde de San Pedro de los Saguaros es linchado por los locales del pueblo, y para calmar la situación, el presidente Miguel Alemán decide nombrar a un nuevo alcalde (Damián Alcázar), menos corrupto que su antecesor. Sin embargo los planes cambian conforme el nuevo mandatario se involucra cada vez más en la política local.
El desenfreno de los nuevos tiempos se vio plasmado en Amores perros (1999), filme que surge a partir de un guión de Guillermo Arriaga, y es dirigida por el entonces debutante Alejandro González Iñárritu. El largometraje, filmado con cámara en mano, con ritmo frenético y un reparto coral, presenta diferentes historias entrecruzadas después de un trágico accidente. Las vidas de “El chivo” (Emilio Echevarría), un indigente con un oscuro pasado, Octavio (Gael García Bernal), un adolescente que busca dinero para escapar con la esposa de su hermano, y Valeria (Goya Toledo), víctima del accidente, se ven involucradas por azares del destino. La película fue premiada en la Semana de la Crítica de Cannes y nominada para el premio Óscar a la Mejor película extranjera.
La película le abrió las puertas a Hollywood tanto a su director, como al escritor, quienes hicieron equipo nuevamente para 21 gramos (2003) y Babel (2005), filme que lo consagró como el Mejor director en el Festival de Cannes.
Por otra parte, Carlos Reygadas se convirtió en uno de los directores más importantes del nuevo siglo. Su ópera prima Japón (2002), ganadora de la Cámara de Oro en el Festival de Cannes, presenta los instintos más básicos de un hombre al alojarse en lo más alto de la colina para preparar su muerte. El director continúo con una línea similar en Batalla en el cielo (2005) y Luz Silenciosa (2007), que combina dramas familiares con deseos carnales. Esta última fue considerada entre los 25 filmes más importantes del siglo XXI por The New York Times. Años más tarde, regresó al Festival de Cannes con Post Tenebras Lux (2012), que lo hizo acreedor al premio de Mejor director.
Después de una carrera exitosa realizando videoclips, Fernando Eimbcke debutó con Temporada de patos (2004), filme en el cual que plasmó un día en la vida de dos adolescentes al planear el día perfecto sin padres. Sin embargo, su día soñado se ve afectado cuando se va la luz en el edificio, sumando la visita inesperada de la vecina y un repartidor de pizza. Posteriormente, Eimbcke presentó los filmes Lake Tahoe (2008) y Club Sándwich (2013).
En esta entrada al nuevo siglo, un nuevo director con propuestas disruptivas surge, y tempranamente recibe reconocimiento internacional: Amat Escalante. El cineasta debutó con Sangre (2005), cinta sobre un matrimonio basado en el sexo, peleas violentas y series de televisión, que cambia cuando Diego (el marido) recibe la llamada de su hija para pedirle vivir con él. Sería con Heli (2013) que se posiciona como uno de los cineastas más relevantes de los recientes años. Un filme situado en un contexto de cárteles del narcotráfico dentro de un pequeño pueblo en México.
Además del ya mencionado Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), en estas décadas surgieron nuevos festivales que se han presentado como un escaparate importante para nuevos directores y producciones como el Festival Internacional de Cine Contemporáneo (FICCO), que en colaboración con las cadenas de cines en el país, llegó a proyectar más de 250 largometrajes en sus últimas ediciones. Entre nuevas propuestas y retrospectivas, el festival buscó acercar al público a las producciones nacionales.
El Festival Internacional de Cine Expresión en Corto surgido en 1998, y que evolucionó al Festival Internacional de Cine Guanajuato, se ha convertido en un espacio para jóvenes cineastas donde se ofrecen talleres, conferencias, y muestras gratuitas a todo el público.
En estos últimos años también destaca el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) como uno de los espacios más importantes para la promoción de producciones nacionales de ficción y documental, así como de importantes largometrajes de otros países y festivales.
Por su parte, la gira de documentales Ambulante, nacida en el 2005 de la mano de Gael García Bernal, Diego Luna, Pablo Cruz y Elena Fortes, a través de la iniciativa de no competencia, ha logrado convertirse en un espacio de exhibición y divulgación de nuevos documentalistas, además de contar con diversos talleres, seminarios y actividades. Cada año el festival recorre más de 150 sedes en todo el país.
El cine documental ha sido uno de los géneros con una evolución sobresaliente dentro del cine mexicano, plasmando la realidad y situación social del país, así como de índole didáctico. Desde finales de la década de los noventa en el cine documental surgió una nueva generación que ha tenido importantes éxitos nacionales e internacionales.
Destacan los trabajos del documentalista Juan Carlos Rulfo, que con su ópera prima Del olvido al no me acuerdo (1999), adquirió relevancia en la industria. Años más tarde, con En el hoyo (2006), retrató la vida y sueños de la clase obrera en el marco de la construcción del puente Periférico en la Ciudad de México. Posteriormente presentó Los que se quedan (2008), filme que habla de la problemática de la migración.
Por otra parte, el documentalista Everardo González inició su carrera con La canción del pulque (2003), obra llena de tradiciones e identidad mexicana que gira en torno al maguey, elemento de orígenes indígenas. González continuó su trabajo con Los ladrones viejos (2007), documental sobre la generación de ladrones de los años 60, sus característicos códigos de ética y el contexto social en el que se desarrollaron; además de Cuates de Australia (2011) y La libertad del diablo (2017).
Una de las directoras más reconocidas de la época por su trabajo documental también es Tatiana Huezo. Sus obras El lugar más pequeño (2011), El aula vacía (2015) y Tempestad (2016) han plasmado diferentes historias sobre problemas sociales como el tráfico de personas, el narcotráfico y la corrupción; mostrando un discurso social valorado positivamente en diversos festivales nacionales e internacionales.
El director Eugenio Polgovsky se caracterizó por su inclinación hacia las problemáticas sociales del país; abordó temas como la pobreza, el trabajo infantil, la desigualdad y el abandono, y fue considerado como un innovador en los documentales contemporáneos. Ganó diversos premios con su ópera prima Trópico de Cáncer (2004) y se abrió paso para el estreno en Venecia de su siguiente obra, Los Herederos (2008), un crudo retrato de las generaciones de niños atrapados en la pobreza y su lucha por sobrevivir. Continuó con Mitote (2012) y finalizó con Resurreción (2016), un año antes de su fallecimiento.
Más de 100 años han pasado desde la llegada del cinematógrafo a México, y el cine nacional de esta nueva era se ha convertido en referencia importante para la región. A pesar de los momentos complejos en materia política y económica, poco a poco el cine mexicano ha ido ganando espacios y audiencias, así como importantes reconocimientos. En este trayecto se han descubierto nombres que han marcado su historia, presentado nuevos géneros, así como filmes emblemáticos que han tenido una firme repercusión social.
Estaremos atentos para descubrir lo que las próximas décadas ofrecerán a la historia del cine nacional.
por Abraham Cruzvillegas, Carlos Reygadas, Diego Enrique Osorno
por Albert Serra, Gabriel Mascaro, Kleber Mendonça Filho, Pawl Pawlikowski
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